martes, 4 de diciembre de 2012

PREGON DE LA NAVIDAD 2012

CELEBRADO EL 30 DE NOVIEMBRE EN LA
CASA DE COLÓN
EN LAS PALMAS DE GRAN CANARIA





PREGÓN NAVIDEÑO DE SAN JUAN DE DIOS




Porque quien siembra navideños pregones,

recoge frutos de paz.

Quiero comenzar el pregón con esta angélica exclamación:

“Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los que ama el Señor”.





Hay cierto paralelismo entre una idea de gloria y una idea de paz. Pero lo cierto es que gloria y paz parecen confluir y fundirse en un mismo significado. El texto angélico nos evoca un cierto estado interior y una feliz situación idílica exterior que lo abarca y lo llena todo. Un deseo, sin duda, que en estos próximos días nos auguramos como lo mejor que podemos ofrecer a quienes más queremos.



Conozco una familia, de Nazaret, Belén o Gran Canaria, da igual, que en el colmo de su pobreza, han perdido en poco tiempo lo que para ellos constituía sus mayores esperanzas, su seguridad y su unión natural. Me refiero a una familia formada por el padre, la madre y once hijos. Pequeño gran belén, con muchas figuras rotas. Poco sitio en la posada. Más de la mitad de los hijos acogidos fuera del hogar.

Eran pobres de solemnidad, aunque más que pobreza allí había miseria. Pero no faltaba amor. En esta familia no había mucho pan, pero, a su modo, siempre había fiesta. Mientras hoy ve uno familias donde no hay fiesta, aunque haya mucho pan. Es curioso: Bethlemn, significa “tierra del pan”, casa del pan, y también significa “la fértil”. Pan sabe a paz. Y la paz, sabe a pan. Pero también Belén quiere decir: “ciudad de la carne”… Y no es extraño que por sus cercanías hubieran rebaños y pastores. A una concentración de estos últimos se aparece un ángel: “Gloria a Dios y paz”. Acaso la paz que el ángel prometía, iba sólo o preferentemente destinada a las personas “de buena voluntad”.



Siguiendo con la familia de quien les hablaba, su penosa historia familiar es larga. Una historia más de una población nuestra que aglutina pobreza cultural, mas pobreza económica, mas pobreza generalizada. El motivo de traerla a cuento es porque en menos de un año y por diferentes motivos han fallecido el padre de cáncer, un hijo encontrado muerto en el campo a los cuatro o cinco días, otro hijo una semana después y la madre que fallece hace pocos meses. Hay otro hijo grave, de cáncer terminal.

¿No es éste, acaso, un belén natural viviente, que concentra en el mismo el nacimiento, la vida, la pasión y la muerte de Jesús en el idéntico espacio que nosotros ficticia o simbólicamente recreamos para en estos días revivir en nuestros hogares aquel acontecimiento histórico que cambió el mundo y marcó un antes y un después a la historia viva de la humanidad?





Cuando fui invitado por la “Asociación de Belenistas Canarios SJD” para ser el pregonero de este año ante vosotros, no me podía imaginar que pudiera hacerlo dignamente sin referirme singularmente a aquellos que son el motivo primero de mi dedicación de por vida en este camino maravilloso de la hospitalidad de San Juan de Dios, en el que este año, que empieza pronto, voy ya a cumplir 50 años que profesé para siempre seguir a Jesús y sembrar, como El, misericordia haciendo el bien a aquellos que la vida destroza más, los que casi nadie quiere, los que justifican más que aunque “vino a los suyos y los suyos no le recibieron”, por eso mismo, “a éstos los llenó de gracia y de verdad”. A ese gran belén, que en nuestra sociedad lo forman los pobres y los necesitados, los verdaderamente amados por el Señor, voy a dedicar lo que con este motivo me han encomendado pregonarles esta noche.

Yo nací aquí al lado, en la calle Reyes Católicos, por ello me emociona estar en estos momentos en esta hermosa y artística Casa de Colón, donde me enorgullece tener el honor de evocar esta noche el acontecimiento más importante en la historia del mundo: la presencia en la tierra de Dios hecho hombre.



Recuerdos navideños de la infancia.

Para mejor personalizar este trabajo, voy a rememorar un poco de los nacimientos de mi niñez, de aquella sencilla ingenuidad de mis primeros “portales de belén”. Hacia finales de los años 40 del siglo pasado, yo era niño y mi padre tenía amigos con coche que en diciembre le acercaban al campo, de donde traía pequeños helechos, musgos, piedras y tierra, desde Valleseco, San Mateo o cercanías. Acaso por allí se tomarían sus vinitos y enyesques. Se guardaban en casa hasta que nos daban las vacaciones en el colegio.

Luego, con mi abuela, preparábamos el nacimiento: Todo valía, las mesas, cajones, cajas, tablas… se sacaban las figuritas de las cajas donde se guardaban con serrín del año anterior, las casas de corcho, ovejas, cabras, pastores, ángeles, la estrella de Belén que se colgaba de un hilo y pendía de la escalera, se ponían las montañas de alcornoque, poníamos un espejo viejo de mi coqueta tía para simular agua, sobre el que se colocaban patos y otros bichos que fueron rompiéndose y desapareciendo con los años. Las luces se encendían cuando venía alguna visita, para presumir.

Recuerdo que a mi hermano mayor le entró dudas sobre la verdad de los Reyes, y colocados los zapatos para que los Magos supieran… vio salir esa noche a mis padres cuando nos suponían dormidos y regresaban de madrugada con los Reyes. Y entonces mi hermano de vigía, nos avisaba a mi otro hermano y a mí, que dormíamos en la misma habitación y… la función festiva se adelantaba. Yo entonces padecía asma y recuerdo que un año, el mejor y único regalo de Reyes fue una caja de medicación nueva para curarla, que acababa de salir. Fueron los mejores Reyes de mi vida.

Con mi hermano mayor participábamos por navidades en las Adoratrices de Fernando Galván, como monaguillos del capellán D. Pedro, que no podía con su alma y arrastraba los pies al caminar. Mi hermano se tomaba el vino que sobraba en la vinajera y los dos la escudilla de leche con recortes de hostias que nos ponían las monjas. Eramos los “sobrinos de la Madre Pino”. Luego teníamos los oficios en la iglesia de Santo Domingo, donde éramos monaguillos de D. Mariano el cura, con Salvadorito en la sacristía. Hasta aquí las únicas alusiones personales.



¿QUÉ ES UN PREGÓN?

Según el diccionario Espasa-Calpe, es “la promulgación o publicación que en voz alta se hace en los sitios públicos, de una cosa que conviene que todos la sepan”. Es popularizar, extender, divulgar una cosa.

Un pregón religioso navideño habla de los recuerdos y las experiencias del extraordinario misterio del nacimiento de un Niño y del significado que tuvo la irrupción de Dios en el mundo. Y aunque hoy me vaya a referir más a las figuras rotas del belén, este Pregón se extasía mirando asombrado a la figura más hermosamente tierna de la historia: el Niño Jesús recostado en un pesebre.



De la figura de María, que nunca es figura rota pues ya San Juan de Dios la llamaba “la siempre entera”, y la del varón justo y piadoso, el bueno del señor José, a quien varios hospitalarios santos han colocado siempre en la titularidad de múltiples hospitales y centros dedicados a la misericordia, porque San José nunca estuvo roto, ni rompió el sueño de Dios, ni abandonó el cobijo de María y de Jesús. Y dentro del Belén, todo un mundo de ángeles, pastores, estrellas y perspectivas que colocan a unos Reyes Magos en búsqueda orientada del único Rey de reyes. Sentimos, sobre todo en estos días, una permanente llamada a la autenticidad, a la sencillez y a la humildad.



No he asistido nunca a un pregón navideño ni sé cómo se construye mejor esta pieza literaria, pero desde lo que quiere brotar limpio del corazón, voy a tratar de contarles la sencilla historia de los mejores belenes de San Juan de Dios.



SAN JUAN DE DIOS, figura excepcional del Belén de la misericordia.

La primera figura es el mismo santo de los pobres, el humilde Juan de Dios: ¿por qué se mostró como demente, loco, pobre, despreciado, desfigurado de tanto contacto con la soledad y el dolor humano? Se arrimó a las figuras más destrozadas por la vida: los locos, maleantes, desgraciados, prostitutas… ellos fueron los primeros. En la calle Tundidores, de Granada, cuenta una tendera en el proceso de beatificación, que “reunía niños callejeros de quince o veinte en veinte y los vestía y calzaba. No había necesidad que no remediase”. Recompuso y dio dignidad al pobre, enfermo y abandonado. Su belén viviente lleva quinientos años reproduciéndose en cada hogar hospitalario juandediano.

En el colmo de su amor a los pobres, se mostró siempre con un crucifijo en la mano y así vivió a los pies de los más necesitados. Por ello el Señor premió su muerte de un modo admirablemente nunca visto: arrodillado, a los pies de la cama, y abrazado al crucifijo, el verdadero amor loco de su vida. Era el 8 de marzo de 1550. Desde entonces, Juan de Dios es hogar y es familia, es pan y es amistad, es salud y es ansias de vivir.



Nuestro Hno. Jacinto del Cerro, en su Antología poética, tiene unos versos que son estampas hospitalarias navideñas, en su poema titulado: “Junto a la cuna”, del que recojo la mitad del mismo por su belleza plástica:

Allí tiene a los lisiados

junto a la gran chimenea,

pues hogar, templo y piscina,

es su hospital de la cuesta

donde todos buscan techo,

donde todos hallan cena,

donde curan sus heridas

y alivian todas sus penas

los pobres de la ciudad,

de la vega y de la sierra.

Y por eso Juan de Dios

se alegra esta Nochebuena

al ver que toda la casa

está de pobres repleta

cantando al pie de la cuna

coplas de alegría plenas,

diciendo al Niño Jesús

plegarias dulces y tiernas

que llegan hasta los cielos

al compás de las panderas

y el sonreir de la Virgen,

mientras al Niño cunea

y le velan los querubes

y le besan las estrellas.

Así pasa Juan de Dios

la noche de Nochebuena:

adorando al Buen Pastor,

y cuidando sus ovejas.

Apostolado y misión

leyenda de su bandera,

curar cuerpos, salvar almas,

calmar ayes y tristezas,

señalar el cielo a todos

al conjuro de su lema,

“por los cuerpos, a las almas”,

vida y afán de su empresa.

Y cuando suenan las dos

de la noche navideña

y repica la campana

de la torre de la Vela

y, ya duermen los enfermos

y ya callan las panderas,

Juan se postra de rodillas

y su crucifijo estrecha

ante el dulce portalico

de su hospital de la cuesta,

y le dice fervoroso

mientras le adora y le besa:

Mi Jesús, mi dulce Dueño

y Señor de mis empresas.

Dame pobres, dame enfermos

para servirte en la tierra;

dame almas, muchas almas,

para cantarte con ellas…



Hay figuras vivas de Hermanos, que en nuestra historia de la Orden Hospitalaria han destacado por su reconocida santidad de vida, entre un ejército de bienhechores y mártires de la hospitalidad: los santos Juan Grande, Benito Menni, Ricardo Pampuri, y los 71 beatos mártires de nuestra guerra civil pasada, José Olallo, Eustaquio Kugler y, en octubre del año que viene otros 24 Hermanos mártires españoles. Son figuras universales de la Iglesia, del gran Belén del santoral cristiano. Todos ellos marcados con el signo de la misericordia. Han constituido el belén más llamativo: los que, como Jesús, “pasaron por el mundo haciendo el bien”.



LOS HERMANOS DE SAN JUAN DE DIOS,

BELENISTAS DESDE SIEMPRE

Desde siempre los Hermanos de San Juan de Dios cuidaron de los humanos como de las mejores figuras de Dios, en ellos veían impresa la imagen de Jesús, y por ello se les dio tan bien a lo largo de la historia el tratar con humanidad y gran caridad a las personas que lo pasaban mal en la vida. Siguiendo el ejemplo del Santo fundador, que “se desvencijó” por el prójimo, y “le quebraba el corazón” ver tanto dolor humano acumulado en lugares y momentos difíciles de su existencia, además de hacer el mejor Belén posible en las personas concretas, trataron de reproducir esos otros belenes hechos a la medida del corazón.



Cuatro años después de canonizar a Juan de Dios, es decir, en el año 1694, tenemos bastantes letras de villancicos que se cantaron en Maitines, durante la Navidad, en el Hospital San Juan de Dios de Cádiz. Me he permitido escoger sólo esta estrofa:

“Que aunque más frío haga,

mi Niño hermoso

ha de estar esta noche

como un horno”.

Históricamente tenemos constancia de Hermanos concretos que fueron verdaderos artistas, no sólo como enfermeros, boticarios, limosneros, médicos o creando ciudades y universidades, sino también como escultores y realizadores de magníficos nacimientos que admiraban los propios enfermos y los familiares y simpatizantes de la Obra de San Juan de Dios. De entre ellos, entresacamos hoy a tres Hermanos de nuestra historia y nombramos a otros que en la actualidad mantienen aún vivo el arte del Belén o Nacimiento.



Según aparece en el Necrologio de los Hermanos de la Provincia Bética, que es el libro donde se inscriben algunas anotaciones destacadas de los Hermanos después de su muerte, transcribimos estas tres notas:

1. Hno. Francisco Blanco, “enfermero, sacristán y hábil escultor. Hizo un nacimiento con tantas y tan bonitas figuras que fue la admiración de la ciudad de Granada. Falleció en esta ciudad en opinión de santidad el 17 de febrero de 1613”.

2. Hno. Federico Argüello Martínez. “Siervo bueno y fiel, destacó siempre como excelente enfermero, y dado su carácter jovial y alegre, llegaba mejor a todos, sabiendo tener para con todos frases de aliento y consuelo. Dotado de una sensibilidad artística y sentido estético, fue excepcional en el arte del belenismo. Fue siempre considerado como el impulsor de este bello arte en nuestra Provincia Bética y considerado el maestro de nuestros aficionados belenistas. Colaboró en la organización y fundación de las nuevas casas de Jerez, Córdoba, Granada y Sevilla. Enviado a América en 1950, fue enfermero mayor en nuestra Clínica de Caracas y organizador de la fundación de nuestro Hogar-Clínica de Lima. A la edad de 64 años y 35 de vida religiosa, murió en Jerez de la Frontera, el año 1960”.

3. Hno. Juan José Domínguez Cuerva. “Religioso que dedicó muchos años de su vida religiosa al servicio de los enfermos epilépticos de Ciempozuelos (Madrid). Se distinguió haciendo hermosos belenes. Falleció en este Centro el 22 de diciembre de 1986”.

4. Hasta muy recientemente, ha destacado como gran realizador de nacimientos el Hno. Ernesto Ruiz Ortega. Sus belenes fueron famosos cuando era superior en Tenerife (1959-62) y en Las Palmas (1970-74). Pero también lo fueron en Arequipa (Perú) y en Maracaibo (Venezuela) donde también fue superior en aquellos Hogares-Clínica. Su arte ha sido difícilmente superado por otro Hermano o colaborador, y era muy celoso de que no se conociesen los secretos de cómo los realizaba. Sólo él y el electricista conocían los entresijos. Falleció el año 2003.

5. El Hno. Sebastián Fernández Alonso, santanderino, actualmente en el Hospital San Juan de Dios de Caracas (Venezuela), es de esos Hermanos más ilusionados y enamorados de confeccionar hermosos belenes y de dar a conocer sus secretos para que otros aprendamos. Con paisajes muy originales y con trucajes especiales y una señalada iluminación que le hacen ser de los más valiosos. Los ha hecho hasta hace poco pues ya ha cumplido los 90 años.

6. En la actualidad destacan los Hermanos José Borrego, Juan de Dios Orquín, Antonio García, Joaquín Sanz, Manuel Armenteros y otros muchos que acaso siendo más sencillos en su arte, no son menos artísticos en su voluntarioso deseo de mantener viva esta tradición que forma parte del quehacer propio del Hermano Hospitalario que en todo, también en esto, busca hacer el bien, bien hecho.



Mis Hermanos de San Juan de Dios en Las Palmas han destacado como buenos hacedores de nacimientos: en Triana, en la Plaza de San Bernardo, en Néstor de La Torre, pero, sobre todo, en la Ciudad de San Juan de Dios de El Lasso para que los visitantes y los niños de los colegios suban a ver esa magnífica Ciudad de la alegría y la esperanza, pero durante los dias navideños para que admiren el excepcional nacimiento tradicional popular que realizan los Hermanos y sus colaboradores. No dejen de visitarlo y, particularmente, vean la diaria obra de amor que allí se realiza con los niños más necesitados, con los adultos que reciben diaria rehabilitación y con las más de doscientas familias que van a recibir bolsas de comida en estos tiempos de hogares tan escasos y tan pedigüeños. Estos belenes recientes y los primeros, realizados con elementos más sencillos y sin complicaciones efectistas, en su armonía y belleza elevan la simple estampa del belén clásico, a la categoría de verdadera obra de arte.



Hay una actividad navideña que se repetía por aquellos años en nuestros múltiples centros atendiendo a los niños afectados de polio, y era la inestimable y generosa colaboración de los medios de comunicación social con la Obra Benéfica de San Juan de Dios.

La popularidad del limosnero Hno. Bonifacio Bonilla, se vale de Radio Córdoba para dar rienda suelta en aquella provincia a las famosas “Subastas de la Caridad”. Se subastaban borregos, cerdos, pavos, perdices... Al Hno. le ofrecían donativos si cantaba algún villancico o si recitaba graciosas poesías. La radio, y su locutor López Cansinos, prestó una gran ayuda a la Orden Hospitalaria en beneficio de los niños del Hogar-Clínica San Rafael.

En Granada, con la “Subasta de Ilusiones”, alentada por el locutor José Real, se derrochaba ingenio y simpatía para ayudar la población a los niños necesitados.

En Cádiz, los Hermanos repartían juguetes, ropa y artículos de imprescindible necesidad, por las casas de los niños enfermos y lisiados. Jerez vio a los Hermanos en corridas de toros al efecto, pidiendo persona a persona, dando así la vuelta al ruedo para recoger donativos. Y Sevilla movilizaba a los periodistas con carretillas por las calles porque las limosnas hacían posible multiplicar la asistencia a los niños desvalidos. Y Sevilla entera se volcaba con San Juan de Dios.

En Tenerife, fueron famosas aquellas Caravanas “Hartanga gigante”, de Radio Juventud de Canarias, animadas por el excelente locutor César Fernández, que transportaban a la Clínica Infantil San Juan de Dios los productos alimenticios donados por los radioyentes con motivo de la Navidad. Y luego también llevaban los regalos de Reyes de la Feria de Ilusiones para los niños. Eran verdaderas fiestas de la caridad y todo el pueblo participaba y llenaba el recorrido y la esplanada de la Clínica.

En Gran Canaria, las proclamas radiofónicas vinieron siempre de la limpia voz amplificada de Mara González, que desde Radio Las Palmas concretaba y alentaba la generosidad de los canarios para las “Campañas de San Juan de Dios”, sobre todo en primavera.

Me gustaría aludir, mirando ahora a nuestra tierra, que cuando en el recorrido belenista de los días navideños nos ponemos a valorar los lugares mejores donde encontrar ese Belén más novedoso y más original, tenemos que pasarnos necesariamente por el Museo de Piedra de Agüimes, para ver una recreación canaria del misterio, entre bordados artesanos e imágenes reunidas por la piedad de Carmelo Gil Espino, un buen hombre ya fallecido el año 2004, que fue aspirante a Hno. de San Juan de Dios y acaso en su hogar desde pequeño, y entre los hospitalarios, aprendió el arte de hacer nacimientos.



Quisiera incluir aqui y ahora, que en estos días se ha formalizado la integración con la Orden Hospitalaria de los Hermanos del Buen Pastor, religiosos que tienen obras hospitalarias y sociales en EE.UU., Canadá, Inglaterra y Haití.



Un Belén es más Belén si tiene figuras rotas...

y si en tu corazón notas,que Jesús es paz y bien.

Me gustaría ahora reproducir el “retablillo de las figuras defectuosas del Belén”, una composición de cinco villancicos con niña subnormal al fondo, que Fernández Pombo supo gráfica y tiernamente expresar:

I. Villancico del pastor cojo.

Se me cayó, ya hace un año,

el pastor que más lucía

cada vez que le ponía

al frente de mi rebaño.

Perdió una pierna, su daño

me hizo daño a mí también...

(Como un pastor de bien,

aun de barro, va llegando

-a trancos y cojeando-

mejor que otros a Belén).

II. Villancico del pastor ciego.

- Dicen que Dios va a nacer;

¡mal haya con mi ceguera,

no he de ver la Primavera

aunque la quisiera ver!

- A tientas me he de mover

y palparé la alegría;

el amor será mi guía

para llegar al Portal...

(El pesebre fue fanal

de luz... ¡Y el ciego veía!)

III. Villancico del pastor sordo.

- Sordo en mi barro cocido

no puedo oir el rabel

que estáis tocando por el

Zagal en Belén nacido.

- No oigo el viento, ni el balido

del cordero, ni el silbar

de la honda al restallar,

ni el agua en la torrentera...

(Y en medio de su sordera

escuchó al Niño llorar.)

IV. Villancico del pastor tartamudo.

- Diré “tri”, “tri”, y, al fin, trigo.

- Diré “cor”, “cor” por cordero.

- “Pan”, “pan”, diré por pandero;

¡Todo en pedazos lo digo!

- “Be”, “be”, por Belén, consigo

aclararme a la tercera...

¡Con mi lengua no hay manera,

cada palabra son dos...!

(Fue al Portal y dijo DIOS

de una vez y a la carrera.)

V. Villancico de la niña subnormal.

Preparo el “belén” muy mal

que una niña no me deja.

Se empeña en poner su oveja

en el centro del Portal.

¡Ay, la niña subnormal

que no sabe apenas nada...!

(La reñí con la mirada

y cuando estaba llorando

vi a Jesús acariciando

la oveja mal colocada.)



Que lo sepas, amigo mío: Si vas a un hospital y a enfermos ves en la cama, es Jesús el que te llama para sembrar amor total.



La verdadera navidad. En primer lugar, la Navidad es un principio de vida que lo inunda todo, que da sentido a todo. Lo central en Navidad es Jesús que se encarna, que viene a nuestro mundo y se mete en nuestras vidas. Esto es lo importante.

Después vendrá la atención a los pobres, la visita a los enfermos y marginados, las celebraciones en familia. Si no es así, acaso no alcancemos a sentir el paso del Angel que anuncia la llegada del Mesías.

Se acerca Navidad: Navidad es cada día. “En Belén tocan a fuego, del portal sale la llama, es una estrella del cielo que ha caído entre las pajas”. Si queremos recibir la luz, tenemos que abrir los ojos. Y poner la atención en lo que está sucediendo. Acoger a Cristo en las reuniones de familia, en las visitas a los hospitales, en la cercanía a los necesitados, acogiendo la mirada de Jesús y siendo la mirada misericordiosa de Dios para los que nos rodean. Que seamos capaces de ver “huellas celestes por el suelo florecido, como un cielo invertido”, que decía Juan Ramón Jiménez…



Las figuras del portal son como el deseo de hacernos participar, en nuestra personal historia concreta, de ese acontecimiento que divide en dos la historia de los humanos.

En el nacimiento buscamos representar esos pasajes que ya son característicos, una vez que damos la centralidad del mismo al Misterio: José, María y Jesús en la gruta.

Representamos: La encarnación, el anuncio a los pastores, la visita de María a Isabel, el asesinato de los niños por Herodes, la huida a Egipto, y otras muchas escenas como la vida de Nazaret, la carpintería de José, la purificación de María y presentación del Niño, Jesús perdido en el templo…

Estas escenas bíblicas no suelen faltar nunca en los nacimientos populares tradicionales de los Hermanos de San Juan de Dios. Forman parte de esas catequesis bíblicas anuales que durante el último mes del año en la etapa navideña se muestran a cientos de familiares, enfermos, niños, amigos y simpatizantes de la Obra Social de San Juan de Dios.

La finalidad de los mismos belenes era: Visitar el hospital como obra de misericordia, conocer la labor humanitaria que se hacía sobre todo con los niños, ejercer la caridad con los pobres, dar limosnas, admirar belenes artísticos y monumentales, enseñar a vivir la Navidad hospitalaria y servir de catequesis al pueblo sencillo.



La Nochebuena es para muchos, hoy, la noche del pobre que no cena. Como casi todos los días.

Pero la nuestra debe ser la más mágica noche, en que Jesús vino a nacer vestido de pobre, sin otro atavío que el amor con derroche.

Por ello debemos acercarnos cada día a brindar con la sonrisa y la alegría desbordante, con el perdón y la ternura dedicados en exceso a los que la vida sólo brinda dolor y amargura.

Porque la Navidad es gracia y pan, energía y luminosa claridad, la luz y fortaleza de que todo lo pequeño se agranda si tiene a Jesús como figura central. La Navidad es, como era en el corazón de Juan de Dios, es fiesta interminable, es gozo imposible de narrar, es paz que supera todo dolor y tristeza. La que quiero desearles a cada uno de ustedes porque les considero “de buena voluntad”.



Me van a permitir ahora incorporar otros ocho villancicos, recién elaborados, que completan el “retablillo de las figuras defectuosas del Belén”:

VI. VILLANCICO DEL PASTOR MANCO

Manco me he quedado

de tanto apoyar la vara

de tanto ver que prepara

mi paso firme en el prado.

Nunca antes había amado

los brazos que Dios me dio

como ahora, que quiero yo

coger al Niño divino

que me tiene perdido el tino

desde que El me abrazó.

VII. VILLANCICO DEL PASTOR ROTO

Un belén no se construye

sin tener limpia el alma

sin sembrar con nuestra calma

la paz que nunca huye.

No me digan que no ponga

más, mis figuras rotas,

cogí cariño a mi belén

y ya ninguna figura sobra

que hasta el pastor roto recobra

la esbeltez de su figura.

VIII. VILLANCICO DEL PASTOR DROGADO

A mí me da que este año

con la crisis que ha tocado

mi belén se verá dañado

y a mí me alcanzará el daño.

La droga me tiene muerto:

mi rebaño dispersado,

los amigos me han dejado

y sigo buscando un belén

que logre ponerme bien

de ser un desesperado.

IX. VILLANCICO DEL PASTOR CORCOVADO

Con la espalda jorobada

mi pastoreo se endurece

porque el trabajo crece

y mi corcova más abultada.

¿Y si cargando una oveja

la llevase yo al portal

y cogiendo al Niño zagal

los juntase con presteza

acaso tenga la certeza

que mi chepa no es igual?

X. VILLANCICO DEL PASTOR BORRACHO

El agua de mi belén

desde la montaña me viene

que es como el alma, que tiene

borbotones que no se ven.

Cristalina y fresca y fuerte

avanza entre musgos verdes

tan hermosa y transparente

salvo si la ves como vino

transtornando mi destino

y emborrachándome de muerte.

XI. VILLANCICO DEL PASTOR LOCO

He perdido la cabeza entera

buscando a un perdido ratón

que ha destrozado un montón

las figuras de mi pradera.

Mis ovejas están movidas

incluso las locas, un poco

y yo me vuelvo loco, loco,

y cometeré un disparate

si sigo loco de remate

y si a Jesús yo no le toco.

XII. VILLANCICO DEL PASTOR QUE SOY YO.

Mi vida casi es un desierto

donde es difícil que nazca una flor;

¿y si en el desierto de mi corazón

viese yo crecer un huerto?

Ahora entiendo que Navidad

no es sólo el 25 de diciembre

sino cada vez que siembre

paz para la humanidad

y fomente la hermandad

en los pobres que yo encuentre.

XIII. VILLANCICO DEL PASTOR EN LA CUEVA

He llegado ya al Misterio

y no encuentro techo a la cueva

arrimaré mi alma llena

de amores y de desvelos.

La Virgen está alborotada

José se ha quedado mudo;

y el Niño, pedazo de cielo,

me recibe como vino, desnudo.

¡Bendito pastor llegado,

qué nacimiento que tuvo!



Un pregón es belleza literaria, es estética del lenguaje, pero es, sobre todo, amalgama de deseos y un recorrido hasta las estrellas, como a esas que vemos multiplicadas en el cielo de los belenes juandedianos. Pero yo no quisiera que nos quedáramos sólo con las florituras del pregón. Me gustaría que hoy fuésemos capaces de descubrir el hondo sentido de los belenes vivos de nuestra sociedad. Miremos a nuestro alrededor. Hay demasiadas figuras rotas, pero, de las de verdad. Estemos más que nunca al lado de los más necesitados. Hagamos hueco en el hogar y en el corazón para que aquel que lo está pasando mal en la vida nos encuentre más cercanos y más hermanos.



La única verdadera Navidad es la que se amasa de bondad y de ternura, de calor humano y de acogida fraterna, de solidaridad y de respeto a la vida y a la dignidad de cada ser humano y de elevación de ese espíritu humano a todo lo que trasciende el corazón: la presencia viva de Jesús que sólo ha sido necesario en este mundo para enseñarnos el amor. Cantemos la alegría de ser hijos de Dios y hagamos fiesta porque está vivo dentro de cada uno de nosotros. Que la hondura de nuestro amor se conozca por la manera de partir el pan de la bondad.



Este es el compromiso de mi pregón: Que todo Belén, tierra y figura del pan, nos anime a vencer el hambre compartiendo lo que tenemos y a dar dignidad a los excluidos del mundo, “a las figuras rotas de este gran Belén viviente universal”.

Estoy cumpliendo en estos días cincuenta años que comencé en este camino como novicio hospitalario y doy gracias a Dios porque se fijó en mi deseo de ser fiel a su voluntad y me ha colmado en todo este tiempo de la misericordia del loco de Granada, Juan de Dios. Voy a concluir, si me permiten, con un bello villancico hospitalario que un médico se atreve a dedicarlo como: EL HOSPITAL DE BELÉN.

El hospital de Belén

no tenía enfermeras

-para asistir a María,

que parió en la Nochebuena-

ni doctores, ni matronas,

ni sanitario ninguno.

Sólo una mula y un buey,

y San José de correturno.

El hospital de Belén

no tenía una auxiliar

para lavar a ese niño

que ha nacido en el portal,

Ni toallas, ni pañales,

ni colonia, ni jabón.

Sólo una mula y un buey

y José de celador.

El hospital de Belén

tiene un pesebre sencillo

para acostar a los niños

que nacen en el pasillo;

no hay un jefe de servicio,

ni un director, ni un gerente;

sólo una mula y un buey

y en la puerta un residente.

El alcalde de Belén

no tiene secretaría,

ni un parte de nacimiento

para el niño de María.

No tiene un ordenador

ni una pluma, ni un tintero,

sólo una mula y un buey,

y José de recadero.

El hospital de Belén

no tiene supervisores,

ni pases de permanencia

para los buenos pastores.

Y, por no tener, no tiene

guardia de seguridad;

sólo una mula y un buey

y José de capitán.

El hospital de Belén

no tiene una limpiadora,

pero siempre está más limpio

que la purísima aurora.

No tiene lavandería,

ni cocina, ni alimentos;

sólo una mula y un buey,

y José en mantenimiento.

El hospital de Belén

no tiene mantas de lana

para abrigar a María

que parió en la madrugada.

Ni tiene calefacción,

ni Zantac, ni Seguril;

sólo una mula y un buey,

y San José haciendo el MIR.

El hospital de Belén

tiene una gran crisis,

le han llegado los recortes

y lo pasarán de narices.

No tiene camas vacías,

ni enfermos, ni moriscos,

sólo una mula y un buey

y San José dando brincos.

El hospital de Belén

no tiene, no necesita,

una capilla con velas

ni una pila de agua bendita.

Que Dios mismo ha preferido,

para nacer, un portal;

sólo una mula y un buey,

y José con felicidad.



Muchas gracias.





Hno. José Ramón Pérez Acosta



Las Palmas de Gran Canaria, 30 de noviembre de 2012

En la Casa de Colón















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